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las máquinas Goldberg

Rube Goldberg fue un conocidí­simo ilustrador. Prolí­fico y polifacético, a mitad del siglo XX le tocó vivir el advenimiento de toda una industria dedicada a fabricar un sinfí­n de objetos que, supuestamente, facilitarían la vida a los ciudadanos norteamericanos; un tiempo en el que parecía que cada familia pronto viviría como los Jetsons.

Su obra más conocida, Inventions, era un contrapunto irónico y genial a toda esa época. Utilizando siempre cosas básicas que uno podrí­a conseguir en las tiendas del barrio, Goldberg imaginaba artilugios que desempeñaban tareas sencillas mediante pasos absurdos y descacharrantes.

Les debo mucho a estas tiras cómicas. Siempre me han servido de enorme inspiración a la vez que de gran advertencia. He aprendido mucho de ellas.

Cuántas veces nos vamos a meditar al “rincón de pensar” murmurando  ¿estaré creando una máquina Goldberg?

Rube Goldberg

En uno de sus mejores libros, Mark Kurlansky decí­a que “[…] La tecnologí­a nunca vuelve atrás sólo crea más tecnologí­a para afrontar los nuevos problemas.”

Cuando nos enfrentamos a crear algo tenemos que lidiar con la ausencia de asideros de seguridad. Siempre estaremos solos con nuestras hipótesis, ideas y dudas; especialmente si tenemos entre manos algo disruptivo o radical.

Rube Goldberg

Pero también puede ser divertido y desafiante el crear una. Existe una gran y simpática comunidad firmemente decidida a concebir la máquina Goldberg más imposible que pueda existir.

Un ejemplo sería esta que nos ayudarí­a en un cita:

Y asimismo, se puede vivir de las máquinas Goldberg. El sector internet/mobile está¡ infestado de ellas, siendo una especie de ecosistema en el que todo un enjambre de personas y empresas no dan abasto dedicadas en cuerpo y alma a ser “mecánicos” de las máquinas Goldberg de otros.

La libertad de elegir que tenemos como individuos nos permite escoger:

¿en qué bando quieres estar y crecer? ¿En el del creador disruptivo o en el de “Mecánico Goldberg” (con certificación oficial)?.

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books science

Stanislaw Lem

A principios de 1862 Charles Darwin estaba preparando uno de sus libros más conocidos: Fertilisation of Orchids. James Bateman, un colaborador, le envió unas cuantas orquídeas para que les echara un vistazo. Una de ellas, endémica en Madagascar, llamó poderosamente su atención: la Angraecum Sesquipedale.

Escrutando sus flores, observó un llamativo espolón de treinta centímetros. En la soledad de su estudio de Down House, la casa en la que vivió toda su vida,  llegó a la conclusión de que aunque no había noticia de algo semejante, debía de existir un insecto (un esfí­ngido probablemente) dotado de un probóscide de la misma longitud que contribuyera a la polinización.

Murió sin ver corroborada su hipótesis. Muchos años después una expedición francesa encontró una polilla que demostró que Darwin, una vez más, tení­a razón.

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Stanislaw Lem (1921-2006) es uno de mis escritores favoritos.

Antes de toparme con él y jugando a ser Darwin, siempre pensé que debería de haber por ahí­ algún escritor que tratara pero bien de verdad, la paradoja de Fermi, la ecuación de Drake y, sobre todo, la alteridad.

Lem fue para mí una de esas Xantophan Morganii Praedicta que aparecen en toda vida de alguien al que le guste leer. Unas veces vamos persiguiendo libros, otras son ellos los que nos encuentran. Podemos llegar incluso a imaginar obras que nunca se escribieron.

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Nadie ha descrito mejor lo insoportable que resulta al ser humano el silentium universi. Lem además de ser un torrente inagotable de “porno astrofí­sico”, es un magní­fico narrador y a la vez un filósofo que sitúa sus disquisiciones en un terreno poco común para estos asuntos como es la sci-fi. También estaba dotado de un exquisito y mordaz sentido del humor.

Su biografía es apasionante y su obra ingente; tocando muchos géneros como el ensayo o la  literatura apócrifa. No toda está en castellano; a no ser que leas polaco, hay que tirar de ediciones en inglés para profundizar.

A veces me preguntan por dónde empezar con él. Después de mucho pensar yo me quedarí­a con alguna de las siguientes novelas.

Sin orden particular, cada enlace contiene una sinopsis y un comentario del propio Lem:

[bola extra:] Wonders, la app de astrofí­sica para iPad que lanzó hace poco Brian Cox, es sin duda una de las mejores de e-learning que han salido hasta ahora.

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gaming

shadow of the colossus

Per tutti la morte ha uno sguardo.
Verrà  la morte e avrà  i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti.
(Cesare Pavese)

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(Nikola Tesla escoltando la re-edición de Ico y Shadow of the Colossus)

Siete años después de su lanzamiento, he vuelto a jugar a Shadow of the Colossus en la nueva edición remasterizada que aprovecha la potencia de PS3.

La maravilla de Fumito Ueda vuelve, más bella que nunca, inmersa en una orgía de framerates en full HD para volver a demostrar que no hay nada aún que la iguale. Objetivamente, es uno de los mejores videojuegos jamás creados.

Tras volverlo a terminar, la sensación creo que es la misma que observo en amigos cuando finalizan una de esas series tan en boga a las que están enganchados (que siempre es “la mejor de la historia, deberías verla”); esos a los que ves unos dí­as después alelados, ausentes, sin afeitar, desaliñdos…balbuciendo con un hilo de voz  ¿y ahora qué? después de esto… ¿qué hay?  ¿qué va a ser de mí­?

SotC es una historia de amor y soledad; también de muerte y resurrección. De tesón, empeño y perseverancia. A su narrativa le han dedicado incluso tesis doctorales.  Se combinan sin igual estados de extática contemplación cabalgando en silencio que, a saber por qué, me evocan el inicio de un olvidado ví­deo de Frank Tovey (homenajeadas un tanto superfluamente en Red Dead Redemption a base de José González) con virulentos estallidos de violencia inolvidables.

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No quiero hacer una review al uso, que ya hay miles y muy buenas, pero sí usar SotC como epí­tome del jefe final.

No hay nada que ponga más a un jugador de videojuegos que un “monstruo de la pantalla final” que no defraude. Esos cambios en la música que preceden su aparición,  el desconcierto inicial, la táctica a seguir. Todos guardamos en la memoria enfrentamientos mí­ticos.

Una de las originalidades de SotC es que no hay uno, sino ¡16! cada cual mejor que el anterior. Entre medias no hay nadie, estás solo en un vastísimo terreno. No hay nada. Ni siquiera música, salvo el sonido ambiente. Es inevitable no acordarse de Heracles y sus trabajos, de Ulises y Polifemo, también del Coloso de Goya, los hecatónquiros o los viajes de Simbad.

Dar con estos dieciseis colosos resulta arduo, mucho más ejecutarlos; precisamente por eso resultan inolvidables. La majestuosidad de Avion… el esplendor ponzoñoso de Hydra… el acongojamiento frente a Argus…el pavoroso apocalípsis final con Malus…

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En diez años, el genial equipo de Team Ico (ya hablé de ellos cuando vinieron a España al Art Futura de 2005) solo ha sacado dos juegos, ambos absolutamente rompedores. Ahora están preparando el tercero, llevan muchos años desarrollándolo y no se sabe muy bien cuándo saldrá. Se llama The Last Guardian y por lo menos ya tiene trailer.

La reedición incluye ICO,  primer juego del estudio lanzado en 2001, también remasterizado.  Legendario y distinto, al que sin embargo no creo que vuelva a jugar. Tras un primer envite, no me acordaba lo desesperante que resulta la simbiosis con Yorda y al final acabo como el genial Yayo Guridi (los que hayan jugado lo entenderán).

2011 ha sido un año genial en cuanto a juegos, si buscáis inspiración para la próxima adquisición recomiendo el ranking de Kill Screen de los pocos que hay independientes y sinceros. Tengo mucha ganas de probar Catherine.

Por último os animo a donar los juegos y consolas que ya no utiliceis a Juegaterapia; están haciendo una labor encomiable y toda ayuda es bienvenida.

[actualización] en los comentarios hay colaboraciones magníficas. ¡gracias!

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la historia de albatross, penguin y austral

La década de los 30 del siglo XX marcó el inicio de una nueva industria y mercado: el de los libros de bolsillo baratos y accesibles.

Tres editoriales, Albatross, Penguin y Austral con una historia fascinante y entrelazada, irrumpieron en un corto periodo de tiempo y transformaron completamente el sector. Curiosamente, las tres, por imitación, tenían un animal como logo.

logos de editoriales

Resulta increíble cómo pueden servir de analogía al mundo internetero actual, especialmente el de los contenidos. Entonces se perseguí­an unos objetivos que nos resultarán muy familiares:

  • paliar la piraterí­a y los préstamos; intentando que algunos pagaran al menos algo.
  • abaratar costes y abrir nuevas ví­as de ingresos
  • llegar por canales no convencionales y ser lo más global posible
  • catálogo atractivo al alcance de cualquiera

La innovación principal consistía en pegar las páginas en vez de coserlas, reducir el formato, contenidos atractivos y un precio razonable. Tauchnitz fue la pionera a finales del XIX, pero quien realmente dió con la fórmula de éxito fue la editorial Albatross de Hamburgo.

Acompañaré el post con alguno de los libros que tengo por casa:

Albatross
Albatross

Denominada así­ porque se pronuncia igual en casi todos los idiomas europeos y con un inolvidable logo tuvieron un éxito inmediato y sin precedentes.

Fue fundada en Hamburgo por Kurt Enoch en 1931 siendo los primeros en tener un diseño atractivo, compacto y uniforme usando un papel, maquetación y tipografías de calidad; todo a un precio muy competitivo. Enoch acabó comprando el catálogo inmenso de Tauchnitz incorporándolo a Albatross.

Un hito histórico desde entonces imitado hasta la saciedad, fue el usar códigos de colores para identificar la temática de cada libro:

colores de albatross

  • amarillo: novelas psicológicas y ensayos
  • naranja: cuentos y relatos cortos / humor y obras satí­ricas
  • rojo: aventura / crimen
  • verde: viajes / países extranjeros
  • azul: historias de amor
  • púrpura: biografí­as / novela histórica
  • plata: antologí­as
  • gris: teatro / poesía

Penguin

libros de penguin

La 2ª Guerra Mundial y los nazis finiquitaron prematuramente la historia de Albatross (el mismo triste final que ya contamos en su dí­a de Baedeker) obligando a Enoch a emigrar a Estados Unidos.

En Inglaterra, Allen Lane rápidamente vio que podía replicar una fórmula probada de éxito refinando la idea. En 1935, eligiendo también un nombre de animal, un logo parecido y un nuevo código de color, funda la legendaria Penguin. El impacto en la sociedad es infinitamente mayor que el de Albatross.

El código de colores de Penguin era:

colores de penguin

  • amarillo: todo lo que no encaje en los otros colores
  • naranja: ficción
  • rojo: drama
  • cereza: viajes / aventura
  • verde: crimen / misterio
  • azul: biografías
  • púrpura: ensayos / epistolares
  • gris: temas de actualidad mundial

Lane acabó fichando años después a Enoch para lanzar Penguin en EE.UU.

Austral

colección austral

El castellano y los paí­ses de habla hispana eran un mercado demasiado grande como para no intentarlo también. Eso debió pensar en 1937 Gonzalo Losada cuando decide lanzar en Buenos Aires, y no en España a causa de la Guerra Civil, el primer número de la mí­tica Colección Austral (un spin off de Espasa-Calpe). De nuevo, usando un animal como logo y otro código de color.

Los colores de Austral eran:

colores de austral

  • amarillo: libros políticos / documentos de época
  • naranja: biografí­as y vida novelescas
  • rojo: novelas policiales, de aventuras y femeninas
  • marrón: ciencia y técnica / clásicos de la ciencia
  • verde: ensayo / filosofí­a
  • azul: novelas y cuentos en general
  • violeta: teatro / poesía
  • gris: clásicos
  • negro: viajes y reportajes

Desde entonces, no han parado de surgir colecciones y editoriales en todo el mundo inspiradas en estos modelos. Quizás la más destacada fue en 1939 Pocket Books en EE.UU. (también con un animal, esta vez un kanguro como logo en 1939).

Coda

Salvo Albatross, estas editoriales siguen operando y son hoy en dí­a unas corporaciones enormes. Serí­a precioso que continuaran su historia, entendiendo y adaptándose al cambio digital que vivimos, quizás la mayor revolución en el mundo del libro desde la aceptación del códice.

Por último, dos editoriales españolas muy populares y que más uso hacen de colores llamativos en sus portadas (los Compactos de Anagrama y Libros del Asteroide) no siguen ningún patrón.  Sus departamentos de diseño eligen el color que en ese momento más les inspira.

 

bola extra: más posts sobre libros en nitroglicerine

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limitaciones

The common connotation of constraint is somewhat negative. After all, constraint is, by general definition, a limitation on some sort of freedom. But the purpose and environment of design is not concerned with freedom. Rather, design is concerned with producing specific results, communicating specific ideas, or allowing for specific affordances according to some specific or general conditions. The constraints associated with a design project define the role and purpose of design. So actually, design is enhanced by constraints. Constraints allow design to have a purpose. In fact, without constraint there is no reason for design. (Andy Rutledge)

Las limitaciones autoimpuestas como motor de creación siempre me han llamado la atención. No deja de ser algo paradójico: enjaular a alguien para darle libertad.  La historia de la creatividad está infestada de ejemplos que van desde el movimiento Dogma 95 hasta las bicis fixies.

Lo que más me fascina es ver el resultado, que en muchos casos es una explosión de inventiva de tal calibre que puede llegar a aturdir. Es curioso observar que lo que en principio es una barrera, permite llegar a territorios mucho más vastos.

El otro dí­a en una comida me preguntaron por estos asuntos y me pidieron algunos ejemplos. Enseguida se me vinieron tres de diversas áreas: literatura, música y tecnologí­a que comparto aquí­.

El genial George Perec publicó una novela en 1969, “La Disparition” (aquí­ en España creo recordar se tradujo como “El secuestro”). Es quizás uno de los máximos exponentes del texto lipogramático; omitiendo la letra “e”, la más usada en francés. El grupo al que pertenecía Perec, OuLiPo, era muy dado a usar impedimentos y reglas.

George Perec

En música un ejemplo serí­an los desaparecidos The White Stripes. La limitación de dos miembros, instrumentos y grabaciones lo-fi e incluso una paleta de colores restringinda se tradujo en una de las propuestas más originales y populares de la pasada década.

The White Stripes

Y qué decir de Twitter. La limitación a 140 caracteres fue tomada por todo el mundo como absurda en su momento y ahora quizás es su mayor fortaleza. Dio lugar a una fascinante constelación de hashtags, acortadores… que sigue en continua expansión.

boceto original de Twitter

(boceto de Jack Dorsey de Stat.us, el origen de Twitter.)

Otro cantar serí­an las limitaciones y barreras que nos son impuestas; esas que no elegimos, que nos caen sin saber muy bien por qué y que abundan tanto en muchos proyectos.  En ocasiones pueden llegar a frustrar y desanimar, pero también quizás sean la mejor carta de presentación de alguien. Particularmente no hay nada que más me anime a contratar a alguien que ver cómo ha sorteado limitaciones.

Para tomarse esto con humor y, por qué no, inspirarse, recomiendo ver capí­tulos de MacGyver: siempre hay un marrón inesperado, la situación nunca es ideal, los recursos y el tiempo son limitados… resulta familiar ¿verdad?.

McGyver

Hay miles de ejemplos, ¿cuál es tu limitación y solución favorita?

bola extra: una recomendación en forma de libro: Creativity from constraints.