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Einstein: de iconoclasta a icono

Albert Einstein

A finales del siglo XIX, existía la sensación de que las aguas de la física por fin se habían calmado. La teoría de la gravitación universal de Newton, la mecánica de Lagrange y la unificación del electromagnetismo de Maxwell, parecían explicar por fin cómo funcionaba el universo.

De repente, un tal Albert Einstein se lanzó a esa piscina de belleza y perfección matemática. Desde las alturas del trampolín de su genio, con las rodillas bien altas abrazadas al pecho, sobresaltó y salpicó a todos los que tomaban con placidez el sol. Cien años después seguimos mojados y chorreantes. Mirando con impotencia de nuevo las aguas revueltas desbordadas. Aún tratamos de entender qué ha pasado.

Fueron unos años increíbles. The Waste Land y Ulysses cambiaron poesía y  literatura para siempre. Les demoiselles d’Avignon desgarraba las carnes de la pintura. En 1905, siendo un desconocido de veintiséis años, Einstein publicó cuatro artículos en Annalen der Physik que revolucionaron la física. Un wunderjahr jamás igualado. Por uno de ellos, recibiría más adelante en 1921 el premio Nobel. Eliot, Joyce, Picasso, Einstein, inspiraron a muchos otros a tener una actitud cuestionadora ante lo imperante.

Es notable que todos ellos son ejemplos de creación individual. Genios solitarios casi siempre intentando satisfacer una obsesión.

Albert Einstein

En 1915 formuló la Teoría de la Relatividad General. Una mirada nueva y revolucionaria sobre el universo. Dinamitó las bases de dos siglos de pensamiento basado en las leyes de Newton. Tenía sólo treinta y seis años.

Einstein pasó de ser un trabajador modesto y anónimo de la oficina de patentes de Berna, que por las tardes daba clases particulares de matemáticas a estudiantes de instituto, a que las más prestigiosas organizaciones y universidades se lo disputaran. Este ascenso le llevó a ser miembro de la academia prusiana de ciencias de Berlin, entonces la más prestigiosa del mundo. También a catedrático de su universidad. Vivió allí casi veinte años. Viajó mucho dando charlas, asistiendo a congresos, debatiendo allá donde le llamaran. Se convirtió en toda una celebridad en círculos académicos y científicos. Fue objeto de agrias y acaloradas discusiones debido a lo vanguardista de sus planteamientos. Pasó a ser conocidísimo también para el gran público a partir de 1919 cuando un eclipse de sol demostraba en directo de manera espectacular sus teorías. En el apogeo de su fama, conoció a Charles Chaplin. La gente al verlos aplaudía enfervorizada y Chaplin le dijo a Einstein: “A mí me aplauden porque todos me entienden y a usted le aplauden porque nadie le entiende”.

Einstein tenía una inmensa aversión a la autoridad y el orden establecido. Durante la primera mitad de su vida fue un iconoclasta. Un rebelde irreverente que hizo tambalear todo lo que se puso a su alcance. Sin embargo, en su madurez se convirtió justo en lo contrario: un icono.

Conferencia de Solvay 1927

Si la Teoría de la Relatividad fue hija de un lobo solitario — “no estoy hecho para pedalear en un tándem ni trabajar en equipo […] porque sé bien que, para alcanzar un fin concreto, es preciso que sea uno solo el que piense y dé instrucciones”. —, la Mecánica Cuántica surgió de un descomunal esfuerzo colectivo. Decenas de científicos de todas partes del mundo colaboraban intercambiando datos. Se compartían conocimientos, teorías y resultados.

Algo no iba bien. Bohr, Heisenberg, Born, von Neumann… se dieron cuenta de que la teoría de Einstein no parecía explicar del todo lo que estaban descubriendo.

Siendo un determinista feroz, los fenómenos aleatorios de la mecánica cuántica dejaron a Einstein anonadado. A pesar de que su artículo de 1905 sobre el efecto fotoeléctrico contribuyó al desarrollo de la nueva disciplina, siempre la trató con condescendencia. Desde lo alto de una torre de marfil, las voces de otros se perciben como un suave rumor lejano e ininteligible.  Él mismo pareció darse cuenta de que se había convertido en algo que había odiado toda su vida, afirmando en una ocasión que: “Para castigarme por mi desprecio a la autoridad, el destino me ha convertido en autoridad a mí mismo.”

Einstein en Princeton

Tras huir del nazismo y establecerse como celebrity en la Universidad de Princeton, pasó sus últimos treinta años enfrascado en una pelea estéril. Trató de buscar el santo grial en una teoría que integrara todas las fuerzas de la naturaleza. Jamás lo consiguió. Bien es cierto, que tampoco hasta hoy lo ha conseguido nadie y existen serias dudas de que algo así sea posible. Resulta paradójico pensar que no publicara nada científicamente relevante en tres décadas.

Einstein murió en Princeton en 1955. A veces olvidamos que tras el científico y personaje público había una persona. Alguien que tuvo una vida azarosa en unos tiempos convulsos.  Vivió siempre de manera sencilla y humilde. Su genialidad científica era equiparable a su miopía emocional. Tenía una actitud distante y abstraída. Hizo daño y trató con desdén a muchas personas, incluyendo hijos y esposas. Era frío y dulce a la vez.  Nos dejó cientos de aforismos, anécdotas y cartas preciosas. Trabajó y viajó sin descanso pero también sabía disfrutar de la vida.  Fue coquetón y picaruelo con las mujeres. También fue un gran amante de la navegación lacustre y marina.

Einstein navegando

No dejó de trabajar en ningún momento. El día de su muerte, Ralph Morse corrió a fotografiar su desordenada mesa de trabajo en el Institute for Advanced Study de la Universidad de Princeton. Nos dan muchas pistas de su persona, y también deja una enorme sensación de vacío del estilo de los desaparecidos budas de Bamiyan.

Mesa de Einstein

Escritorio de Einstein

Bolas extra:

Puede que no se haya escrito más sobre un científico que de Einstein. La cantidad de material  disponible es abrumadora. Aún así me gustaría recomendar algunas cosas que, creo, resultan poco conocidas.

  • Copenhagen (Michael Frayn) Obra de teatro, sin Einstein de protagonista, pero presente siempre. Representa el famoso encuentro en 1941 entre los físicos Niels Bohr (maestro, danés) y Werner Heisenberg (discípulo, alemán). Enfrentados por los distintos intereses en la guerra de sus países en la Segunda Guerra Mundial. La obra trata el problema ético de cómo los avances de la física teórica pueden ser utilizados para fines armamentísticos. Aquí está el trailer.

Y por último:

Driving Mr. Albert

  • Driving Mr. Albert (Michael Paterniti) Al morir Einstein en 1955, se le practicó la autopsia. Thomas Harvey fue el forense encargado. Sin embargo, hizo algo terrible. Guardó el cerebro de Einstein en un frasco y devolvió el cuerpo a la familia para el entierro sin decir nada. Durante años estuvo estudiándolo e incluso vendiendo partes al mejor postor. Mucho tiempo después, ya muy mayor, con el peso de la culpa mordiéndole las tripas decidió contarlo todo y trató de devolver el cerebro a los descendientes. El periodista Michael Paterniti acompañó en un viejo Cadillac a Harvey, cruzando EE.UU. de punta a punta con el cerebro en el maletero para dárselo a la nieta de Einstein, Evelyn. El libro cuenta este viaje.
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guerra en siluetas

Ruben Pater ha hecho un póster con las siluetas de los drones protagonistas en las guerras asimétricas actuales: Drone Survival Guide. Es un curioso artefacto visual. Más cerca de una obra conceptual que de la utilidad que pretende (el reverso, contiene instrucciones en varios idiomas para protegerse del ataque de un dron).

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Vivir en un Londres, Birmingham, Dresde o Wesel a principios de los años 40 no era ningún ejercicio de diseño.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos indiscriminados contra ciudades contaban con la ventaja de la sorpresa. Entonces, los radares no tenían capacidad de distinguir si un avión era amigo o enemigo. Mientras la inteligencia militar e industrial de ambos bandos se afanaba en resolver la situación, se llegó a la misma solución de guerrilla dirigida a la población civil.

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En Inglaterra y Alemania se distribuyeron libros de siluetas de aviones en ediciones baratas, manejables, fáciles de entender. Se pretendía enseñar a escudriñar los cielos. Así, cualquiera se convertía en un sistema de alerta temprana pudiendo ganar algo de tiempo para salvar la vida propia o la de muchos.

Mostraban a los aviones desde varios ángulos, teniendo en cuenta el punto de vista de un observador terrestre. Hacían hincapié en describir características que permitieran identificar a qué fuerza aérea pertenecían, el tipo de avión y su función.

Por definición, una silueta no es más que la sombra de un objeto. Carece de atributos. Dada la distancia entre el observador y el avión, resulta evidente su elección como sistema de representación. Aun así, se solían incluir fotografías, por si se pudieran captar más detalles. Son un claro ejemplo de los beneficios de un buen diseño de información.

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Nunca sabremos cuántas vidas ayudaron a salvar estos pequeños libros. Son el legado que nos dejaron anónimos diseñadores, tipógrafos e impresores;  trabajando bajo presión y condiciones terribles en una de las peores épocas de la humanidad.

Bolas extra:

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Un mastín, una liebre, un gorrión.

Sánchez Ferlosio ha roto este año dos largas relaciones: la que durante 60 años mantuvo con su editorial de siempre (Destino) y otra de 26 con la superagente literaria Carmen Balcells. A sus 87 años, el viejo sigue bravucón peleando a la contra.

El primer libro con su nueva editorial, Penguin Random House, se publicó también este año.  Campo de retamas.  Por fin, la recopilación definitiva de todos los pecios, como llama él a sus aforismos, dispersos por infinidad de sitios más algunos inéditos.

Ferlosio evoca su encuentro con un mastín:

Hace ya muchos años, yendo yo por los campos y dehesas que desde la carretera de Piedralaves hacia Pedro Bernardo y Arenas de San Pedro van bajando, ondulantes, hasta la orilla derecha del Tiétar, vi que me seguía, como a unos 10 o 12 metros de distancia, sin tratar de alcanzarme, un perro grande, un mastín, que arrastraba un trozo de cuerda que traía atado al cuello. Era, evidentemente, un perro ahorcado, que con su peso había roto la cuerda y había salvado la vida. ¿Qué vida? Aquel andar tan cansado, con la cabeza baja, aquellos ojos tristes y como entrevelados, ¿podían ser todavía la vida? La confianza en que aún alguien en el mundo lo acogiese la traía ya tan disminuida que se me fue quedando lentamente atrás hasta perderme de vista.

Es inevitable acordarse del memorable momento en Il Gattopardo (Giuseppe Tomasi di Lampedusa, 1958) en el que Fabrizio Salina contempla la liebre que se acaba de cobrar y que agoniza frente a él:

[…] si vide fissato da grandi occhi neri che, invasi rapidamente da un velo glauco, lo guardavano senza rimprovero, ma che erano carichi di un dolore attonito rivolto contro tutto l’ordinamento delle cose; le orecchie vellutate erano già fredde, le zampette vigorose si contraevano in ritmo, simbolo sopravvissuto di una inutile fuga: l’animale moriva torturato da una ansiosa speranza di salvezza, immaginando di potere ancora cavarsela quando di già era ghermito, proprio come tanti uomini.

Traducido por Ricardo Pochtar tal que así:

“[…] se vio contemplado por dos grandes ojos negros que, invadidos rápidamente por un velo glauco, lo miraban sin rencor pero cuya expresión de doloroso asombro era un reproche dirigido contra el orden mismo de las cosas; las aterciopeladas orejas ya estaban frías, las patitas se contraían enérgica y rítmicamente, símbolo póstumo de una inútil fuga; el animal moría torturado por una angustiosa esperanza de salvación, imaginando, como tantos hombres, que aún podía superar el trance, cuando ya estaba condenado…”.

El mastín  y la liebre nos rescatan al gorrión de aquel breve relato de Italo Svevo publicado en 1926:  Una burla riuscita (una burla bien lograda)

Quando si vede un passero in gabbia fa compassione, ma anche ira. Se si è lasciato prendere vuol dire che un poco già apparteneva alla gabbia, e se poi l’ha sopportata, è prova certa che non meritava altro destino.

Que en traducción de Flavia Company viene siendo:

Cuando se ve un gorrión enjaulado se siente por él compasión pero también ira. Si se ha dejado coger quiere decir que un poco ya pertenecía a la jaula, y si después la ha soportado demuestra claramente que no merecía otro destino.

La memoria y los libros son una Scheherezade que nos llevan, como hacen los enlaces de la web old-school, a sitios insospechados.

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documentales y pelí­culas de videojuegos

En los últimos años han salido documentales y pelí­culas relacionadas con videojuegos que merecen ser recopilados en un un post veraniego.

La lista — subjetiva y enemiga tanto de la presunción como de la exhaustividad– resulta muy “US-centric”, aunque lo que reflejan y cuentan es extrapolable a muchas culturas y paí­ses donde los videojuegos han formado, o forman, parte de la vida de muchas personas.

Se aceptan, en los comentarios, sugerencias que se me puedan haber escapado. ¡gracias!

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Chasing Ghosts: Beyond the Arcade (2007, Lincoln Ruchti. Documental)

Cuenta la época dorada durante los 80’s de los salones de recreativas usando el más famoso de todos: el desaparecido Twin Galaxies en Ottumwa, Iowa, epicentro en EE.UU. de la cultura arcade. http://chasingghoststhemovie.com/

Wreck-it Ralph (2012, Rich Moore. Animación)
Maravilla visual de presupuesto casi infinito con el bien y el mal como telón de fondo. Siempre quedará¡ la duda de cómo habría sido si Pixar hubiera cogido las riendas de la pelí­cula en vez de Disney.  http://disney.go.com/wreck-it-ralph/

The King of Kong: A fistful of quarters (2007, Seth Gordon. Documental)
La historia de Steve Wiebe y su intento de batir el estratosférico récord de puntuación en el Donkey Kong del legendario Billy Mitchell.

Ecstasy of order: The Tetris Masters (2011, Adam Cornelius. Documental)
Las visicitudes de los mejores jugadores de Tetris clásico que se enfrentaron en el campeonato mundial celebrado en Los Ángeles en 2010.  http://watch.ecstasyoforder.com/

Angry Video Game Nerd: The Movie (sin estrenar, James Rolfe. PelÃícula)
James Rolfe  es un conocidísimo autor de reseñas humorí­sticas de videojuegos, catapultado a la fama primero en Youtube y ahora en su propio web. Mediante crowdfunding ha conseguido filmar un descacharrante guión alrededor del que se se supone es el peor videojuego de la historia (E.T. para Atari 2600) y la leyenda de que hay enterradas miles de copias del mismo en el desierto tras su estrepitoso fracaso comercial. No está entrenada aún, de momento nos contentamos con el trailer.  http://cinemassacre.com/

Indie Game: The Movie (2012, James Swirsky/Lisanne Pajot. Documental)
Documental sobre el parto que supone hacer un videojuego, gira en torno al proceso de creación de tres juegos:  Super Meat BoyFez y Braidhttp://www.indiegamethemovie.com

Get Lamp (2010, Jason Scott. Documental) 
Cuando los ordenadores personales aún no tenían gráficos suponí­a todo un reto crear un juego. Sin embargo se hicieron muchos, algunos verdaderamente increí­bles y legendarios. Este documental explora junto con sus protagonistas aquella época de restricciones técnicas.  http://www.getlamp.com/

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journey

Siempre caro me fue este aislado cerro / Y estos arbustos, que una buena parte / Impiden ver del último horizonte / Mas, sentado y mirando, interminables / Espacios detrás de ellos, sobrehumanos / Silencios y una calma profundí­sima / Yo en el pensar me finjo; y casi, entonces, / Se espanta el corazón. Y cuando el viento / Escucho susurrar entre estas plantas, / El silencio infinito a la voz esta / Voy comparando. Y en lo eterno pienso, /  En épocas ya muertas, y en la viva, / Presente, y su sonido. Así­, en esta / Inmensidad se anega el pensar mío, / Y el naufragar en este mar me es dulce. (L’infinito,  Giacomo Leopardi),

Journey

El recuerdo de este viejo poema de Leopardi fue lo primero que me pasó por la cabeza tras terminar, boquiabierto, el que sin lugar a dudas ha sido para mí­ el videojuego de este 2012 que finaliza hoy: Journey.

Los chicos de ThatGameCompany ya venían avisando, esta es su tercera creación. Los dos anteriores, Flow y Flower ya habí­an conseguido llamar poderosamente la atención. De hecho, Flow ha sido adquirido por el MOMA de Nueva York dentro de su recién inaugurada exposición permanente de videojuegos, un seco puñetazo a aquellos que denuestan esta forma de expresión como obra de arte.

Es quizás uno de los videojuegos más hermosos y bellos que se hayan creado nunca, una auténtica experiencia sensorial; remanso de paz y delectación que no se entenderí­a sin su esmeradí­sima ambientación musical. Creada por el genial Austin Wintory,  ha sido la primera vez que la banda sonora de un videojuego es nominada a los premios Grammy.

journey

Journey es exclusivo de PS3, Únicamente disponible por descarga en PSN. Los juegos “indies” no suelen salir en tienda fí­sica por falta de recursos y presupuesto (aunque tampoco se pretende). PSN al igual que Xbox Live, es quizás ahora uno de los lugares donde más abundan el talento y las ideas frescas. Me recuerda mucho a la escena de los 8 y 16 bits, cuando hací­an falta muy pocas personas y recursos para crear algo memorable.

Era un secreto a voces de la PSN gracias a threads en foros, tweets, mails, whatsapps, etc de early adopters. Posteriormente llegaron los sesudos artículos en medios especializados, premios, reconocimientos, análisis….todos merecidos y el juego pasó a ser overground.

Journey

Una de las ventajas de esta exposición son los productos satélite o para ultrafans; como estamos en época de regalos aquí­ van algunos.

bola extra: otros posts de videojuegos en nitroglicerine.com